En el año 2012, la Comunidad de Madrid decidió liberalizar los horarios comerciales. En la actualidad, cinco años después, desde la Confederación de Comercio de Madrid, (COCEM), afirman que el estudio que hace referencia a los horarios comerciales presentado por la Asociación Nacional Grandes de Empresas de Distribución, (ANGED), se ofrecen datos que no se corresponden con la realidad del sector y, desde el año 2012, se han cerrado alrededor de 2.500 comercios en la Comunidad de Madrid; de los cuales aproximadamente el 90% de ellos contaba con menos de cinco trabajadores. Aparte de todo esto, el empleo en el sector de la región está creciendo por debajo de la media española en comparación con otras regiones como la Comunidad Valenciana, Aragón, País Vasco, Canarias, etc.
Si tenemos en cuenta estos datos, dicha medida no sólo no favorece a los comercios minoristas, sino que es favorable para los grandes distribuidores. El hecho de que poco a poco vayan desapareciendo los comercios minoristas, también tiene un impacto medioambiental directo; ya que obliga a los consumidores a desplazarse en vehículo, en muchas ocasiones, hasta un centro comercial, con su correspondiente contaminación y coste económico mensual de alrededor de 7 millones de euros en combustible. En lo que se refiere a este aspecto, desde el COCEM señalan que “quemar al mes 6 millones de litros de combustible, además de un perjuicio económico para los ciudadanos, tiene un impacto medioambiental preocupante”.
Luis Pacheco, presidente de COCEM señala que “en Madrid, en lugar de fomentar el comercio-ciudad como hacen en otras comunidades autónomas y en el resto de capitales europeas, la liberalización de horarios comerciales está fomentando tener locales comerciales vacíos, y eso perjudica gravemente la imagen de la ciudad, genera más inseguridad en muchas zonas y reduce la recaudación pública”. Pacheco finaliza afirmando que “no es admisible defender que la libertad de horarios tiene ventajas ni para el comercio ni para los consumidores. Si continuamos en esta línea, el futuro del comercio está en peligro, ya que se dirige hacia un mercado de monopolización de la oferta con todo lo que ello implica: subida de precios hacia al consumidor, falta de servicio liderado por empresas que basan su política comercial en el autoservicio”.